Es mejor sanar que enterrar…

noviembre 5, 2021

Se dice que una de las heridas más grandes que pueden producirse en el corazón de una persona es la que se forma dentro de su vínculo matrimonial. La conexión emocional entre esposos es muy profunda, especial y única, por ello, los conflictos en el matrimonio suelen ser más dolorosos a diferencia de otros generados en diversos ámbitos de la vida.

Por ello, generalmente, cuando nos vemos ante un conflicto doloroso, muchas veces deseamos simplemente dejarlo pasar y enterrarlo con una sonrisa, un regalo o un momento especial. Es más fácil enterrar que sanar nuestras heridas, porque sanar cuesta, duele, pero eso no significa que enterrar sea lo mejor. Cuando decidimos enterrar un dolor, para no sufrirlo y evitar sentirnos mal con nuestro cónyuge, inconscientemente estamos almacenando un misil en nuestro hangar de armas para soltarlo en un momento de guerra. En otras palabras:

Un dolor enterrado, tarde o temprano resurgirá para crear más daño, pues es un veneno que poco a poco va infectando nuestra alma.

No es fácil ni grato raspar una herida para desinfectarla, pero esto es lo único que garantiza que esa herida se convierta en una cicatriz, la cual ya no dolerá. Esto mismo ocurre con las heridas que se crean en nuestro corazón por diferentes circunstancias, pero principalmente en nuestro matrimonio, por ello debemos aprender a sanarlas para que no se infecten y causen un mayor daño en el futuro.

Así que, te invitamos a que luches por no seguir enterrando cada herida que tienes en tu corazón, sino enfrentarlas y luchar por sanarlas. Si es necesario busca ayuda de un experto para sanar tus heridas, pero principalmente busca la ayuda de Dios, pues Él es un sanador del corazón por excelencia. Pídele su guía para reconocer tus heridas, pídele su ayuda para llevar un correcto proceso de sanidad mediante su Palabra, algún recurso o alguna persona indicada como un consejero, quien te ayude a trascender con la gracia de Dios las heridas de tu corazón.

“Dios sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.” (Salmo 147:3) 

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