No! no es nada fácil ser un buen líder.
Algunas de las características que sobresalen de un verdadero líder son: su capacidad de pensar diferente a los demás, su perseverancia, su adaptación, así como el aprendizaje para sobreponerse a circunstancias adversas que pueda experimentar (resiliencia) y más que nada su fe en Dios. Todo esto suena muy bien, pero lograrlo, realmente es muy difícil, pues nuestra naturaleza nos insta a que cuando una cosa no es fácil, la cambiemos para hacer algo que si lo sea o en el peor de los casos nos empuja a dejarnos llevar por pensamientos derrotistas y depresivos.
¿Alguna vez has intentado nadar contra la corriente? Si lo has hecho, recordarás que no es nada fácil y también es agotador. Precisamente esa, es la implicación de tener estas características:
*Pensar diferente.
Pensar y hacer cosas diferentes a los demás, nos convierte en blancos de la crítica destructiva, envidia e incluso actitudes agresivas hacia nuestra persona. Siendo presionados por palabras y actitudes desalentadoras de los demás hacia nosotros, pues para las personas no es fácil lidiar con alguien que no piensa y se mueve conforme a los estándares que la sociedad dicta. Sentirás la resistencia del agua al nadar en sentido opuesto a su corriente natural.
*Perseverancia.
Ser perseverante no tiene otro significado más que el hecho de decidir seguir adelante a pesar del cansancio y la dificultad. Seguir nadando contra la corriente hasta llegar a la meta establecida. Entre más avances más te cansaras, pero si tienes una firme decisión entonces podrás perseverar y llegar a la meta estipulada.
*Resiliencia.
La resiliencia es la capacidad que tiene una persona para sobreponerse de las circunstancias difíciles o traumáticas que le toque experimentar. A veces no solamente te tocará nadar contra la corriente a pesar del cansancio y la dificultad. Sino que además, no siempre podrás hacerlo en línea recta, muchas veces tendrás que desviarte un poco para librar obstáculos y entonces regresar al camino de la meta.
*Fe en Dios.
Sin una verdadera fe en Dios las demás características serán posibles hasta cierto punto, pero llegará el momento donde ya no podremos seguir adelante u optaremos por tomar atajos para lograr la meta deseada sin importar el daño colateral (familia, amigos, incluso nuestra propia vida). Cuando nos sentimos totalmente exhaustos y confundidos por la presión de la corriente, Dios se convierte en nuestro salvavidas, quien nos puede hacer descansar, renovar energías y dar la sabiduría para seguir avanzando hacia la meta.
Un verdadero líder entiende que no puede hacerlo por si solo, que necesitará la ayuda de otras personas (equipo), pero principalmente la ayuda de Dios, pues sabe que sin Él no podrá lograrlo de la forma correcta.
“Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada” (Juan 15:5)
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