Alguien dijo que cuando Dios creó al hombre lo hizo rustico como un vaso de barro, mientras que a la mujer la hizo delicada como una taza de porcelana…
Y es que, aunque no todas, pareciera ser que la mayoría de chicas somos “hipersensibles” y que esto es algo malo. Por lo que muchas veces terminamos sintiéndonos culpables por “sentir de más” y no han faltado las ocasiones en las cuales hemos deseado ¡no ser así!
Sin embargo, como ya expusimos en un escrito anterior, todos los seres humanos poseemos emociones y sentimientos, (aunque claro está, que las mujeres los vivimos a mayor intensidad, lo que NO es necesariamente malo). ¿Cómo podría ser algo malo, tener la capacidad de sentir, percibir, contemplar, ver grandeza y belleza aun en cosas sencillas, comunes y pequeñas…? ¡Exacto! Si eres chica sabes de lo que te estoy hablando, es MARAVILLOSO, es un regalo de Dios que deberíamos poder disfrutar a plenitud y con libertad.
Pero, entonces ¿cuál es el problema real detrás del regalo de ser sensibles, de ser seres más frágiles? En realidad, es sólo que para nosotras los sentimientos y emociones son como dicen “un arma de dos filos”. Por eso, debemos ser sabias y cuidadosas, necesitamos conocernos a nosotras mismas, evaluarnos de vez en vez y no permitir que esas emociones y sentimientos perturbadores que también yacen en cada una de nosotras, no nos atrapen, no nos dominen, y no nos definan negativamente como “la enojada, la amargada, etc.”
¡No, NO somos lo que sentimos!, pero también es verdad que más veces de las que quisiéramos reconocer nos dejamos dominar por nuestros sentimientos y emociones del momento. Permitimos que éstos nos lleven a actuar como personas que no queremos ser y hacer cosas que no quisiéramos haber hecho o dicho. Sí, la batalla de los sentimientos es real y muchas veces es tan fuerte, al punto que la perdemos, porque dominarnos se nos hizo imposible… Pero eso no es todo, no termina allí, la peor parte es la culpa, el arrepentimiento, la vergüenza, la frustración y esas mil cosas más que sentimos contra nosotras mismas por habernos dejado llevar “otra vez”.
Entonces, querida amiga, no nos engañemos. Tu y yo sabemos que las emociones no desaparecerán y no podemos solas con ellas. ¿Cuántas veces has intentado con tus propias fuerzas y no has logrado dominar tus emociones? Como seguramente ya descubriste, intentar eliminar nuestros sentimientos, no es posible, así que necesitamos aprender a vivir con ellos. Así que nuestra meta no es deshacernos de nuestros sentimientos y emociones, sino aprender a administrarlos, vivirlos y expresarlos de forma adecuada, en lugar que ellos nos dominen y nos controlen a nosotras.
Para ello claro está que necesitamos ayuda, y que mejor ayuda podríamos recibir que de Aquel que inventó las emociones y sentimientos, quien nos hizo como esos seres fascinantemente sensibles y más frágiles… Dios. Quien por cierto no espera que seas perfecta ahora (él sabe que realmente nunca lo seremos aquí), pero sí espera que nos acerquemos a Él permitiéndole perfeccionarnos de acuerdo a su voluntad y hermosos caminos.
“Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida.” Proverbios 4:23
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